miércoles, 18 de mayo de 2011

Soy un edificador!!



Durante esta semana, mientras daba mi clase a los líderes en formación de la iglesia. Dios me permitió verlo todo, contemplarlo como un artista que se sienta a tomar un descanso mientras visualiza lo que está trabajando. Y ahí en segundos, Dios ministra fuertemente a mi corazón y me dice; “estos son los lideres que te he dado, ¿ves su potencial?, desarróllalo, por que están destinados para traer mi reino a la tierra.”
¿Que tengo para darles, Señor?
Lo que he recibido de Dios a lo largo de mi vida. Lo bueno y lo malo, es útil en mi boca para formar los líderes de este tiempo. Una vez alguien creyó en mí, me tomó de la mano y me formó . Lleno mi vida de palabra revelada y me empujó para probar si podía volar solo. ¿Y sabes qué? 

Funcionó!!!!! 

Hoy puedo mirar atrás y ver que nada de lo que he pasado ha sido en vano, que todos los años de formación que he vivido, todas las lágrimas que he derramado, los corajes, las decepciones y desilusiones, han sido retribuidos en el mayor de los privilegios. Ser un edificador. 

No es esta la tarea que hizo Jesús cuando decidió escoger a los 12 discípulos. Los llamó, arriesgándolo todo y creyó en el potencial que Dios quería despertar dentro de ellos. Pasó noches largas sembrando una palabra y haciéndoles entender los principios del reino. Y ni hablar del historial de cada uno de ellos. Pero Jesús siempre ve más allá. A él muy poco le interesa nuestra situación presente cuando de potencial se trata. 

Jesús es un visionario. Siempre ve más de lo que nosotros podremos ver, nos motiva a creer que es cierto lo que dice acerca de nosotros. Su llamado se convierte en la fuerza que nos moviliza a hacer hazañas inimaginables, y comenzamos a ser transformados y formados a su imagen. 

No hay nada más provechoso en la vida que ser un edificador. Así defino mi trabajo. Mi propósito es ver el potencial de la gente que me rodea y si ellos me lo permiten, desarrollarlo para lograr verlo cumplido. Verlos llenos de limitaciones, paradigmas, fronteras emocionales y espirituales, pero ver así la tremenda disposición que tienen de salir de ese lugar y alcanzar las alturas que Dios tiene destinada para ellos. Eso maravillosamente hermoso. 

Soy un edificador de vidas, amo lo que hago, porque por encima de todo, se que mi trabajo tendrá repercusiones eternas, en la vida de ellos y en las de los que los rodean. Porque los edificadores somos visionarios.
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 16 Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día, 
17 pues esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;[n] 
18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. II Corintios 4:16-18

martes, 3 de mayo de 2011

WAKE UP AND SMELL THE COFFEE

La vida así como la conocemos, está llena de momentos difíciles que nos tocan vivir diariamente. Estas situaciones pueden ser desde unas súper simples, hasta mega complicadas. Desde algo superfluo hasta una tragedia nacional. En ocasiones estas cosas que nos pasan no las esperábamos, fueron toda una sorpresa que nos altero el día, o nos cambio la vida para siempre. Tragedias, accidentes, enfermedades, procesos de pérdidas, divorcios, separaciones familiares. Tantas cosas que nos hacen pensar, paralizarnos y hasta dejarnos estancados en el dolor por el resto de nuestras vidas.
Recientemente pase por un proceso de los tantos que me han tocado vivir. Pero esta vez fue diferente. Ya me había pasado antes, bajo circunstancias similares y me había llenado de mucho dolor y tristeza. Pero ahora cuando me toco vivirlo nuevamente me di cuenta que algo dentro de mi había cambiado. Estaba más fuerte, esta vez no me había hecho lo que en el pasado. Esta vez yo había cambiado. Y aunque fue difícil y doloroso, lo fue en un grado mucho menor, y con mucha fe y confianza en Dios lo pase y ahora puedo cantar Victoria del otro lado sabiendo que he progresado y he sanado.
Te pregunto. Como te han dejado los procesos de la vida que has pasado?
A muchos de nosotros los procesos de la vida, tienden a endurecernos, a hacernos insensibles y personas frías y sin emociones. Nuestro sistema de defensa emocional se levanta y cerramos la puerta de nuestra vida y no le damos paso al amor de Dios para que entre y nos limpie y restaure. Muchos se niegan al creer en el amor, porque les fueron infieles. Muchos no creen en los amigos por que los amigos los traicionaron, y en el peor de los casos muchos no quieren entregarse a Dios por que ya en el pasado le han fallado.

Amigo que me estás leyendo, la vida es una escuela, una plataforma de aprendizaje, y cada situación es un examen donde somos probados por Dios. El anhelo de El no es que tu corazón se endurezca, sino que madure. Son dos cosas muy diferentes, pierde el temor al fracaso, porque todos cometemos errores, pero los que amamos a Dios, sabemos que esos errores son la escuela de la vida y que el pasado obra para nuestro bien.
26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Ezequiel 36:26-27

La promesa de Dios luego de los procesos es que va a limpiar nuestro Corazón y lo va a purificar. Y si ha quedado endurecido por el dolor, por la traición o la infidelidad, el promete darte un Corazón completamente Nuevo y listo para recibir su Espíritu Santo en el. No te des el lujo de perder nuevas oportunidades, nuevas relaciones hermosas por el dolor de ayer. Dale una nueva oportunidad al amor de Dios entrar en tu vida y purificarte.
Haz esta oración en voz alta, y permite que Dios te sane hoy…

“Señor te entrego mi corazón, esta endurecido por el pasado, me he negado a nuevas oportunidades, me he negado a recibir tu amor, por miedo a sufrir nuevamente. Reconozco que he fallado y hoy me vuelvo a ti, para que me sanes. Purifícame y límpiame y lléname de tu espíritu. En el nombre de Jesús, Amen”